HUMANISMO Y COMPROMISO EN CÉSAR VALLEJO, por Alberto Luis Ponzo
Un 15 de abril moría en París uno de los mayores poetas latinoamericanos: el peruano César Vallejo. “La cantidad enorme de dinero que cuesta ser pobre”, expresó el autor de “Los Heraldos Negros”, “Trilce” y “Poemas Humanos”, entre otras obras memorables. Nacido en la aldea indígena de Santiago de Chuco, el 16 de marzo de 1892, su mensaje poético y social ha cobrado actualidad en estos días de profunda crisis que arroja sombras sobre el futuro de los argentinos.
Parte de su obra poética y narrativa fue creada en su país “al pie del Orbe”, dentro del ámbito natural y cultural de una época de explotación minera, prejuicios coloniales y corrupción. No obstante todas las limitaciones de una vida campesina que ahogaba los deseos de progreso y crecimiento intelectual, Vallejo logró completar estudios y obtener en la ciudad de Lima su título de “Bachiller en Letras”.
Con este título y sus primeras experiencias en la vida literarias, decide abandonar el país, luego de varios meses de cárcel por una “revuelta” estudiantil de la que era completamente inocente, y viaja a Francia casi sin recursos y los primeros libros editados.
Sus años en París y otras ciudades de Europa, con sus escasas ganancias como redactor de artículos diversos, sobre la literatura y el arte, fueron por momentos trágicos y con frecuentes sobresaltos ante las dificultades económicas y los problemas sociales y políticos. Es una época de pobreza, de una crisis que desencadena conflictos y enfrentamientos que culminarán con la tragedia española. Vallejo por aquellos años escribe los poemas de “España, aparta de mí este cáliz”, vibrante y conmovedor testimonio del dolor y la exaltación de los valores esenciales de la humanidad.
Debemos aclarar que el alejamiento del hogar peruano fue también un acontecimiento trágico. En todo momento Vallejo revive las horas de su infancia, las experiencias tiernamente hogareñas, como si oyera las voces de los padres y hermanos y se fortaleciera con su sagrada memoria. Son admirables y emocionantes los poemas dedicados a la madre “tan suave, tan ala, tan amor”, al padre “apoyado en su bastón ilustre” y a la”numerosa familia que dejamos, no ha mucho…”
César Vallejo no es sólo un renovador de la lengua poética, de las normas y las mismas raíces del habla coloquial, sino un hombre que vivió y padeció su tiempo con intensidad y pasión inclaudicable.
Bastaría recordar estas palabras del crítico Juan Larrea: “Más que un fenómeno meramente literario, es un fenómeno de esencia antropológica, cuyas significaciones tocan a la cultura por muchos de sus ángulos. En su experiencia humana se han concentrado las esencias suficientes para convertirlo en un símbolo vitalmente verdadero y de proyección extensa y vertical.”
¡Qué necesidad tenemos de ejemplos de humanidad y compromiso como los que nos ha dejado César Vallejo! Su lectura es recomendable para no caer en frases retóricas como las que abundan en algunos medios de prensa; para no repetir modelos vacíos de valores estéticos, o versificaciones plagadas de lugares comunes!
“Es necesario suscitar grandes y cósmicas urgencias de justicia humana”, afirmaba el gran poeta peruano y universal. Y para los que nos dedicamos a alguna de las formas literarias, nos recordaba que “el artista es un ser libérrimo y obra muy por encima de los programas políticos, sin estar fuera de la política”.
Alberto Luis Ponzo