Comentario sobre «Entre líneas de agua», poemas de Ricardo Rubio
(Paralelismos entre la novela «Crónicas de un legado hermético» y «Entre líneas de agua», de Ricardo Rubio)
“Llenos están los precipicios más profundos de líquido inicial donde la vida comienza”, decía la piedra 12 en la novela. El agua, el origen, la plenitud. Desde la cita de Hakim Sanai a la filosofía de los Kankaás, es el retorno lo que consuma esa totalidad y la renueva; “gota entre las gotas”, el poeta conversará con la niebla, porque el resto -la materialidad- no tiene que ver con su camino. Un camino entre líneas de agua, una voz que (acaso como “el lenguaje vegetal”) captura las esencias (recuerdo la interesante variable en una traducción entre esencia y ciencia). Por eso a esa voz no le cabe otra forma que lo connotativo, ni otra función que la de suscitar una vibración en el inconsciente.
“Vivir se trata de sitios para el temblor” y la poesía es un aspecto de ese temblor y de la vida. La vida, el tiempo: “el tiempo / es una sustancia que arde” (como el fuego que anhelaban los koo-kás); la materia (“la materia que inhalo”) es el único despojo posible (como el “Ejemplo de bosque”), los restos del entorno, aquello que se evade en la palabra, el “derredor” y la pena inevitable.
La orilla de la forma, mujer o sombra, nos esclaviza… pero, ¿acaso también al poema? Pareciera demostrarse que no. En el poema, en estos poemas, hallamos como en la ley del Druida la “mitad desnuda”, quizás ese último espacio hacia donde el sentido puede fugarse, y desde allí recordamos las verdades: el camino hacia un origen “donde nunca fue ayer”.
Diego García
Comentario sobre «Crónicas de un legado hermético» de Ricardo Rubio
Comentario sobre la novela
Crónicas de un legado hermético de Ricardo Rubio
por Diego García
Ante todo, Ricardo, fue un enorme placer la lectura de esta novela. Calculé tomarme una semana para ello y en sólo dos días la había terminado. Ahora que han pasado varios días más de reflexiones y relecturas, comparto con usted estas notas, una modesta lectura de su obra.
Uno de los temas es la poesía. La poesía en relación/tensión con el lenguaje comunicativo, y a su vez, la cuestión de la traducción como un acto que evidencia los límites de la lengua (pareciera existir en este punto la postulación de una lectura profunda posible de superar la materialidad de los signos para captar cierta esencia más allá de lo idiomático). Lo poético aparece incluso en la propia textura narrativa, entendido como una manera de mirar y de pensar el mundo; en frases como ésta por ejemplo: “Ahora sólo recuerdo su espalda achicándose tras la luneta de un taxi en la noche del adiós”. Para los Kankaás el lenguaje poético es la forma suprema de la comunicación y del pensamiento (evidente en la traducción de cada piedra): “La poesía es sin duda la vanguardia del razonamiento humano”. Creo que esta idea sostiene a la novela toda, y justifica tanto el periplo de Lucio Ávila como el de Ricardo Rubio.
Se nos plantea una lengua primitiva cuyo carácter lírico re-liga al ser con lo sagrado y a la escritura con un plano de sensibilidades superiores. El “lenguaje vegetal” es el único que podría nombrar lo verdadero, ya que desde nuestra lengua actual, como dice Yabo Numac, “no podemos nombrar lo sutil de lo sutil”. Lo simbólico emerge desde esta perspectiva (un bellísimo ejemplo es el episodio en que se explica la función del mito mediante la metáfora del romero), descubriendo un abanico filosófico que cruza, como puntos en una constelación, a numerosas civilizaciones a lo largo de la historia mundial; el símbolo es entonces parte de ese pensamiento que aspira a la totalidad (excelente referencia a Carl Jung al respecto) y que la ciencia no ha sabido abordar sin mutilaciones.
La guerra de Malvinas como trasfondo y las sensaciones naturalmente tratadas de aquellos años de horror son otro acierto que no quisiera dejar de mencionar. Hay una insinuación que nos permite asociar la degradación de la especie con la guerra y el materialismo. También, pareciera responderse al respecto que esta absurda destrucción es inevitable según el equilibrio de compensaciones que rige el cosmos. Y aquí la gran cuestión del círculo y el tiempo-movimiento. Lo circular como trayecto de escritura y como metáfora vital, al igual que las polaridades (femenino – masculino; Lucio – Noa; Kankaás – Koo-kás). Por ello, no podía terminar de otra manera la novela que no terminando. Esperaremos el segundo tomo con ansiedad.