Ricardo Rubio – Honoris Causa en Kiev (Ucrania)
El 26 de diciembre de 2018 le fue otorgado el título honorífico de Doctor Honoris Causa a nuestro poeta Ricardo Rubio por la Higher Education Academy of Sciences of Ukraine HEASU, presidida por el Prof Dr. Stanislav I. Tabachnikov, y del Ukrainian Instituye of Scientific and Cultural History, Vice President of HEASU and President of UIHSC, Prof Dr. Iurii I. Mosenkis. El diploma fue entregado por el Prof Dr. Dmytro Tchystiak que propició un encuentro en la feria del libro del Cairo 2019.
RUBÉN SEBASTIÁN MELERO «CIUDAD INTERVENIDA»
RUBÉN SEBASTIÁN MELERO, de su libro de poemas «CIUDAD INTERVENIDA»
Rubén Sebastián Melero (Corrientes,1962) es médico psiquiatra recibido en la Universidad Nacional del Nordeste y ejerce su profesión en Mar del Plata. En su adolescencia participó activamente de la vida cultural en su ciudad natal, Goya, e integró el movimiento juvenil de la Sociedad Argentina de Escritores, filial local, participando con sus primeros poemas, a los 14 años, en la columna literaria del diario “Primera Hora”, a cargo entonces de la escritora Marta de París.
“Poemario adolescente” es su primer libro. Lo suceden “Sobre la piel del río”, “Pájaros verdes”, “La baba del caracol”, “El árbol de las palabras” y recientemente editado, “Ciudad intervenida”. Además, integra la “Primera antología de la poesía de Corrientes” y “Ayer y hoy de las letras goyanas”. Recibió premios a nivel provincial y nacional.
Dijo RAFAEL FELIPE OTERIÑO:
“(…) Poeta de dos ciudades, deja traslucir que su diálogo es con la ciudad de sus días y con la ciudad de sus sueños.
Valiéndose de imágenes de una y de otra, traza una épica de la temporalidad, recorrida por personas e historias, pero también por azares e instantes fugaces con los que construye una identidad participativa. Reunidos bajo el título Ciudad intervenida, los poemas de este libro destacan la mediación del sentir y del inteligir en el armado de la realidad.
Poesía de tal modo comprometida, solidaria, en ella la gracia de vivir se vuelca hacia los otros y a lo Otro nunca revelado del todo. Porque como lo testimonia en su verso: “el poema no es en quien lo escribe, es en el otro”.
Dijo CLAUDIO PORTIGLIA:
“Es un desafío importante el que asumiste, porque la imagen suele robarle protagonismo a la palabra. Sin embargo, cuando se leyeron los dos o tres primeros poemas el impulso que manda es el de leerlos todos. Cómo no hacerlo, por ejemplo, después de leer “fantasmas”. Me gusta la sobriedad de estilo y no encuentro mejor definición para tu libro que la que Oteriño desliza en la contratapa: “Poesía solidaria”. Poesía generosa, agregaría en todo caso. Con puntos de alta calidad: en “Ulises”, en “Ese niño”, en “2016”, en “El poema”.
En fin: un grato momento el de la lectura que mucho te agradezco”.
—
FANTASMAS
Un encargado de edificio lo encontró
al salir a barrer la vereda
ni una sola palabra en los medios
silencio de radio
la gente no lee las historias del frío
no cree en fantasmas
que mueren en la calle
—
PARA ALEJANDRA
Para Alejandra
no era suficiente
acariciar las teclas del piano
ella hundía sus dedos de muñeca
hasta encontrar la música
la música
para Alejandra
no era suficiente
un poema de pájaros y flores
fue así que atravesó la noche
hasta hallar el silencio
del silencio
—
ESE NIÑO
Ese niño en la calle
que se las sabe todas
en su carita tiene
dos estrellas oscuras
imagino al mirarlo
que se convierte en hombre
entre niños que saltan
juega el rol de ser padre
la vida le dibuja
una sonrisa apacible
y con los hijos juega
a inventar una infancia
—
HOMENAJE A HÉCTOR MIGUEL ÁNGELI por RUBÉN BALSEIRO
EN LA TIERRA DE NADIE
(Reflexiones sobre poesía, sociedad y comunicación)
Ensayo de RUBÉN BALSEIRO (fragmento):
LA TRANSVERSALIDAD GENERACIONAL _________________________________________________________
“Homenaje a Héctor Miguel Ángeli”
Pensar la poesía argentina es un trabajo basto que implicaría un recorrido por tendencias, agrupaciones, estéticas y hasta posiciones políticas determinadas.
Si pudiéramos dividir la poesía argentina y hacer un corte aproximadamente a mediados del siglo XX, veríamos que el primer período de dicho siglo se ha caracterizado por el surgimiento de agrupaciones; “modernistas” “ultraístas”, “surrealistas”, “invencionistas” o bien de grupos o generaciones poéticas que de algún modo definieron una determinada estética; así nos referimos al lirismo del grupo de Florida, al compromiso social del grupo de Boedo; al tono elegíaco de la generación del 40 o a una tendencia más social o politizada de algunos integrantes de la generación del 50 ó 60.
Muchas de estas agrupaciones, no sólo se manifestaron originalmente como oposición a una corriente anterior sino que polemizaron entre sí sobre lo que cada una creía como realidad poética o artística. Algunas de ellas se nuclearon alrededor de una revista (Proa, Prisma, Sur, Poesía Buenos Aires) o conformaron grupos que postularon determinada visión del arte en general o de la poesía en particular, consolidando muchas veces sus posturas a través de artículos, ensayos o manifiestos.
En cambio si hacemos un recorrido por el quehacer poético desde el último tercio del siglo XX hasta nuestros días, veremos que reina la pluralidad, la no agrupación, cada autor busca su camino, y un recorrido por los cafés literarios nos permitirá escuchar un sin fin de tonos posibles. Esta fragmentación, enriquece sin duda la producción poética ya que pluraliza los registros poéticos, aunque por otra parte, desvincula y dispersa a los poetas. No quiero decir con esto que hoy los poetas no adhieran a determinada tendencia estética, sino simplemente que ya no es habitual que se agrupen y desarrollen una estética de grupo, inclusive un manifiesto (como en otros momentos) que establezca lo que definen como poesía.
Sin embargo, cuando recorremos las páginas de los distintos autores, vemos que ellos mismos se han encargado de mostrarnos el dinamismo de la palabra poética y la continuidad de sus voces a lo largo del tiempo. Así podemos citar a poetas que si bien comenzaron su labor en lo que denominamos generación del 40 o generación del 50, siguen hoy día, vigentes con sus propuestas, demostrando acaso que la división generacional es sólo un medio de análisis pero jamás una forma para delimitar o encasillar la poesía.
Lo que impera es una “Transversalidad generacional” que hace que las grandes voces sigan vigentes a través de los cambios que el correr del tiempo fue generando.
Varios son los nombres a incluir en esta lista, pero quiero particularmente rendir este breve homenaje a un poeta; me refiero a Héctor Miguel Ángeli, quien sin duda honra las letras argentinas y ha alcanzado a través de su permanencia y su trabajo incansable un lugar de privilegio en las mismas.
Recorrer la obra poética de Ángeli es adentrarnos en uno de los panoramas más altos de la lírica de nuestro país, un poeta verdaderamente auténtico, con una claridad metafórica y conceptual única.
Su poesía, fina, delicada, es acaso el vehículo de una espiritualidad sensible…
No, no es la nostalgia.
Es el sordo rencor
de amar inútilmente la belleza…
Su palabra nunca está ajena de la reflexión y de lo existencial…
Los poemas son apenas resúmenes de una penitencia
que el buen gusto nos impide revelar.
¡Si sólo fuésemos el poema seríamos tan felices!…
Para decir más adelante:
Te escribo para acostumbrarme a la decepción…
La sensibilidad lírica se traduce a veces en versos duros:
Putas, vanamente putas
llamo
a las existencias
que se ríen del propio corazón
Pero el poeta está inmerso en un mundo, en una sociedad de la que no es ajeno, que lo conmueve, que lo revela y le exige decir o acaso alertar:
Degustar no es igual de disgustar.
Según sea,
uno hincha el vientre del arzobispo
y el otro
asume la responsabilidad de la historia.
Y cuando se pregunta ¿Qué es el poeta? Concluye: De un poeta sólo sabemos / que muere si no arde
La Obra de Héctor Miguel Ángeli “arde” desde 1948 en que publica su primer libro “Las voces del primer reloj”. En 1949 funda y dirige la revista “Existencia”. Poco después comienza a colaborar con los principales diarios y revistas literarias del país, entre ellos: “Sur” y “La nación”.
En 1959 aparece su segundo libro de poemas “Los techos”. Luego publica: “Manchas” (1964), “Las burlas” (1966), “Nueve tangos” (1974), «La giba de plata” (1977) que recibe el Tercer Premio Municipal y Premio Bienal de la Fundación Argentina para la Poe-sía.
Su siguiente libro: “Para armar la mañana” (1988) recibe la “Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores”.
En
1991 aparece “Matar a un hombre” y en 1999 reúne su obra poética bajo el titulo de “La gran divagación”. En 2004 publica la antología temática “Animales en verso”. En 2005 recibe el premio “Esteban Echeverría” que otorga Gente de Letras. En 2007 publica “Frutas sobre la mesa”.
—
Algunos poemas
Con los pies nos vamos
No quiero que me levanten los pies para morirme.
Que me alcen las manos, eso sí,
hasta la desembocadura de los astros.
Pero no quiero que me levanten los pies para
morirme.
Con las manos hacemos la ternura y la nostalgia.
Con los pies nos vamos.
Y cuando me vaya
quiero ser toda mi despedida.
Porque estoy traspasado de materia,
de materia inflamable y aleatoria
que no me deja en paz, que me persigue
y que no quiero olvidar cuando me vaya.
Las cosas están altas y en la altura me arrastran.
Todas las cosas son, se me parecen:
el sueño intestinal del ave,
la orquídea en el vientre de los muertos.
Debo irme con ellas,
transportado por esta permanencia.
Tan grande es el dolor de nuestra marcha,
tan grande y tan amigo,
que no quiero que me levanten los pies para morirme.
Quiero ser todo el que fui cuando me vaya.
Envío de una mariposa que viene de la infancia
Querido Miguel:
cariñosamente
encontré
una mariposa para vos
en el cuerpo de mi infancia.
Parpadeaban sus colores
en mi jardín de tierras ausentes
frente a una casa
poblada de padres.
Yo sé que es muy poco
lo que puede decirse
de una mariposa
pero resulta que a ésta
la maté yo
y muy alegremente
y muy alegremente también
la enjoyé con alfileres
y la puse a trabajar de recuerdo.
Eso ocurrió
un día
en que aquí y allá
asomaba el verano
su nariz de payaso.
Así ha coincidido
mi infancia
con tu edad desolada.
Esta mariposa es mi único crimen,
cometido
cuando el crimen podía sorprender.
Hoy matar a un hombre
es más común
que matar a una mariposa,
por lo tanto
necesito admitir
que todo es insignificante.
Me parece oportuno entonces
enviarte
esta frágil memoria de las flores.
Recibila
como un nada fantástico testimonio
de que algún día
puedo matarte
muy atentamente.
Firmado: Roberto
La giba de plata
Cuando me quedo solo
apago la luz
y con un espejo
empiezo a sacar resplandores
de mi giba.
He nacido tan monstruoso
como todas las cosas de la tierra.
Cualquier resplandor
puede ser un ángel,
el ángel que sin duda
destruirá el espejo.
De su último libro, “Frutas sobre la mesa” que es sin duda el vivo ejemplo de la vigencia, de la vista y el oído atento a los que hacía referencia en párrafos anteriores, citaré:
Juicio Oral
Vamos a ver:
estás aquí, sentado en un café
y escuchas las hermosas palabras
que te dicta tu inseparable compañera,
esa Poesía que nunca sabes
si es una puta o una santa
aunque no importa mucho
porque siempre es una mujer de noble corazón.
Analicemos:
las hermosas palabras no pueden ser reemplazadas.
Eso implicaría una infamia
cuando caen sobre las fotografías del mundo.
Por ejemplo:
la cabeza cortada de un adolescente
rodando en el asfalto.
Sin embargo esas palabras no sirven
para detener al esbirro
que mañana cortará otra cabeza.
Ahora bien:
la palabra es siempre una desesperada
en el crepúsculo del desierto.
Pese a sus fulgores,
no puede resolver sin la idílica sombra.
Una prueba:
Pobrecitos los poetas!
Quieren ser útiles, salvar las armas,
luchar por todos contra el muro del vacío,
pero la belleza siempre los traiciona.
Oh, sí, pobrecitos!
Última instancia:
la poesía renace en una guarida de alucinados.
Conclusión:
se te va la vida
en lo que no dices y en lo que no haces.
Te queda, muy pequeña, la muerte.
El pan y la madera
No pongas el mantel, niña.
Deja la mesa al desnudo.
Deja también el pan al desnudo.
Que se vean juntos
el pan y la madera.
El calor y la dicha
nacieron de esa cita.
Mi padre llevó las horas.
Mi madre llevó un cesto
trenzado con el cielo.
¡Cuántas veces el sol
entro con ellos!
No pongas el mantel, niña.
Ahora no, después sí,
cuando se duerma esta ráfaga
de retratos todavía dorados.
Mi padre se acercó al desvelo.
Mi madre se acercó a una fuente
con ángeles custodios.
Si hay fantasmas en las sillas
son espejos del silencio,
del silencio y nada más.
Pronto llegará el momento
de iluminar la comida.
No pongas el mantel.
Deja caer la ilusión
sobre el pan y la madera.
Una sombra ya pronto serás (Tango)
Amargado, vos, amargado…
sí, vos, que como Baldomero Fernández
soñaste alguna vez que tan sólo dos versos
podían salvarte de la muerte,
Vos, ahora, el que vive de su mitad,
no sabes escribir un verso
por lo menos cursi
para cubrir las apariencias,
ni tampoco un testimonio fiel
de tu ilusión gastada,
de tu tiempo perdido,
del horror de tu giba de plata.
Has quemado amores
en un único gran amor
que ni siquiera te recuerda
y ahora escribis estas líneas
que sabés no son poesía,
apenas son palabras corrompidas
en la difícil sucesión,
difícil y oscura como el mar flotante del desvelo.
Allí te encontrás, aunque sin reconocerte.
Es una foto mal sacada de la fiesta,
muy distinta pero igual
a la que sacó la sonámbula de las aguas grises
cuando vio el resplandor de tus ojos
y dijo:
“en el camino (en el caminito)
una sombra ya pronto serás”
No voy a agregar palabras, las palabras sobran, creo que la simple lectura de los textos citados es una muestra cabal de lo expuesto.
ESE GRITO CALLADO DEL SILENCIO, poemario de María del Mar Estrella
María del Mar Estrella:
«ESE GRITO CALLADO DEL SILENCIO»
por Ricardo Rubio
–
Entre los resplandores del amplio espectro de la poesía argentina actual encontramos luminarias que forman parte del conjunto de artistas cuya forja constante y salud subjetiva proponen la vanguardia pragmática e ideológica del arte de la palabra.
En nuestro pequeño espacio compuesto de letras y cadencias, ritmo y figuras del lenguaje, los destaques no llegan al lector menos avisado, de hecho, ahora que los periódicos olvidaron la crítica literaria y aún más la poesía, pocos se atreverían a decir, con probada sapiencia y experiencia, qué es belleza y qué no lo es en el verso blanco de hoy.
Nuestro proceder preceptivo se ajusta a un protocolo alimentado por las academias a lo largo de la historia, en este caso, la historia literaria. Los pasos más frecuentados para establecer modelos y sentidos son el acceso al reconocimiento de tópicos marcados en cada autor por contexto histórico, social y cultural, cosa que no evita las zonas difusas por las que transitan los creadores de mérito que están siempre en tiempo presente, razón que nos impide ajustar a un molde una dimensión móvil e inesperada como lo es la creación poética de María del Mar Estrella.
Su vasta obra y su amor por la palabra nos ha conducido, a lo largo de más de cinco décadas, por terrenos filosóficos que develan profundidades poco sondeadas en nuestra poesía, también nos introdujo en urdimbres de inteligencia con las que ha creado, no pocas veces, nuevos sentidos, ofreciendo luces a los más rezagados; se ha manifestado libremente por las poco evitables circunstancias emocionales que sacuden el alma del poeta, y también lo hizo y lo hace al través de homenajes, panegíricos y recordatorios, laudables en esta época vertiginosa y olvidadiza; convengamos que en tierras más educadas, la poesía, en cuanto género, tiene otro púlpito, otro alcance, mayores posibilidades de brindar felicidad.
Puede decirse que nuestra poeta ha caminado entre muchas vertientes que desaguaron en derredor sin contaminarla con la narrativización ni con los excesos de síntesis, ni de las vulgaridades llegadas con la post modernidad. Tampoco contrajo la ficción, que es materia de la prosa creativa; el universo imaginario no es parte de la semántica en su poesía, el universo imaginario de María del Mar Estrella tiene relación con la estética, con el modo, con la permanente adaptación y cambio en la vanguardia, y la adaptación, según Selma Wassermann, es uno de los aspectos más destacados de la inteligencia.
Es así que su palabra siempre es real, su compromiso es la verdad subjetiva en tanto certeza del sujeto que analiza, un fragmento lúcido de la infinita verdad que nos une, y que la autora nos comparte al abrirnos una nueva hoja de su historia creativa. Al respecto dijo Schelling que belleza y verdad son, en sí, la misma cosa, pero María del Mar esgrime las herramientas capaces de abrazar la belleza y la verdad aun si fueran distintas.
Su poesía es un objeto emotivo que el intelecto disfruta, porque lo suyo no es solo palabra y sonoridad, no es solo ritmo y efectos verbales, es también el grueso de su mensaje, el carácter formativo que se desprende de cada uno de sus textos.
El poemario que nos reúne ahora, “Ese grito callado del silencio”, tiene dos momentos, y es dable decir que se trata de dos libros: “Ese grito callado del silencio”, el primero, un largo poema, temático, conceptual, dividido en opúsculos ordenados que pueden ser leídos independientemente; y el segundo, “Piedra del sueño”, percibido como la amenaza de Tanatos; dos obras abrazadas en un solo volumen.
Solo el título -un verso de otro gran poeta, Rubén Balseiro-, en relación con ambas partes, daría para un buen análisis heideggeriano; solo vale insistir en la hermandad poética que propone María del Mar Estrella, lejos del ego, aferrándose al nobis, al utilizar el verso de un común amigo para titular el libro.
En la primera parte, la pluma de la poeta manifiesta el resultado de sus reflexiones, ora filantrópicas ora antropológicas, observa y señala la realidad declarándose en la busca de lo justo y de lo bueno, si acaso existieran en nuestra sociedad maleada por las mareas de la ignominia. Expone un sentido gregario y de pertenencia que asume una posición ética frente al desmán, tal es así que expresa “que las historias se entrelazan para erigir un puente”, quedando develada su mirada comprometida con el hecho humano, porque para ella “la vida es una canción insobornable”. No solo lo sabe, también lo siente, por eso tiene, según dice: “todo el corazón a la intemperie”.
Una mirada social, suavizada por el personalísimo tropo que la caracteriza: metáfora, alusión e imagen unidas para conformar el expediente revelador de la idea, el orden de un pensamiento ligado con la realidad y con el “otro”. Si una característica destaca en este segmento del libro es sin duda el vigor, el mismo brío que ya notamos en otros de sus trabajos, vehemencia que encontramos en poetas como Alfonsina Storni o Alejandra Pizarnik, con versos como: “…llorar / con un rumor de piedras en la sangre”. Y también cavilaciones de tono clásico, como cuando dice: “…porque entre el vuelo y la caída / están quienes abordan / el / talismán primero / la conciencia”; o de tono intelectivo-sensorial, cuando indica: “…ser fieles a los sueños y a las voces”; o cuando recuerda el dolor, casi reproduciéndolo: “…por qué hueles a lágrima”.
A veces con un fluir vertiginoso cuya potencia enraíza en la imagen y en la metáfora, con las que modela estados de inquietud, sin herir, pero cavando hondo en el lector atento y sin dar posibilidad alguna de renunciar a la lectura.
La segunda parte del poemario, “Piedra del sueño”, título que confronta el universo material con el onírico, es, según versifica María del Mar: “…la estación donde la vida comienza a ser ocaso”, donde la dimensión del pasado supera la del futuro y en virtud de cual se recuerda mucho más y se espera mucho menos.
La nostalgia es en este caso inevitable, y así nos dice: “…aquellos pies aventureros ahora esclavizados en la conformidad, / la desmemoria, el pudor de lo incierto”.
El conocimiento de la única certeza que disponemos, la despedida, tal como manifestaran otros grandes poetas como Quevedo o Manrique, o aquellos poemas de Enrique Molina en “El adiós”, solo por citar algunos.
No quiso María del Mar que estos dos empeños tuvieran un curso independiente, tampoco lo necesitan, ya que también están bajo el abrazo semántico de “Ese grito callado del silencio”, alimentando su sentido.
Es innecesario decir que la acumulación de cierta cantidad de años proponga que nuestro mundo se contraiga; aunque los centros de interés permanezcan constantes, la compresión del futuro incierto esboza inquietud, señales grises, final de camino, como cuando expresa: “…símbolos / que buscan arrojarme al estertor de tu silencio / donde comienza la aterradora eternidad”. Interpela a la ruina cara a cara, la acusa con una bellísima línea: “…me has ido arrebatando lo que sembró el afecto…”
Luego razona, sonríe, y sigue adelante cuando dice:
“…uno deja colgada su vida en cualquier parte
hasta que viene otro y se la prueba. //
Al fin de cuentas no hacemos otra cosa
que pasarnos la luz de mano en mano”.
Recordemos unos versos de “El poblador”, su primer poemario de 1963, para que nos diga quién era y sigue siendo:
“Ni fuerte ni muy débil. Ni orgullosa ni humilde.
Esta mujer que a veces, como todas, tiene mucho de hembra,
pero que nombra un cielo también, como las otras”.
Su sinceridad nos mira a los ojos; el despojo de toda vanidad nos ilumina y el aliño de sus versos, ya carnales, ya espirituales, alienta a quienes seguimos sus pasos, en esta carrera que no es carrera sino la sana intención de unirnos por la palabra.
Solo me resta decir: Gracias, María del Mar.
.
ALGUNOS POEMAS:
.
1
habrá un amanecer y ningún velo
postergará la lúcida mirada de la revelación
nadie irá solo
los vencidos los locos los indefensos inocentes
los alfareros del dolor y los orfebres de justicia
los reos de nobleza comprobada los marginados de la dicha
se salvarán
tendrán su sitio frente a los depredadores ancestrales
los vándalos del hambre
los rapaces violadores del alma
los hipócritas hermafroditas de la guerra
porque vendrá el amanecer y un día
entraremos en las espléndidas ciudades del corazón
para asumir el reino de lo humano
el jardín de las lágrimas
.
2
una sola puede cambiar el mundo
derribar tiranías
imposturas
decapitar fantasmas o compartir raciones de absoluto
con cada comensal de la miseria
una palabra
sola
que se atreva
a ser reino de hombres y de hambres
.
3
dictador por la fuerza o por el miedo
sin embargo
no has podido con ellos
destierro cal mordazas
de una herida mil pájaros
de un pájaro mil vuelos
dictador de la sombra
mas no de ellos
nunca
.
34
preguntarán por qué murmuras
con la boca sombría de naufragio
por qué hueles a lágrima
por qué ya no te vistes de amazona
ni adoctrinas banderas
ni te exhibes con el ardor de los amantes
vida
el tiempo te ha violado
la reiterada muerte
la humillación del doloroso olvido
sucia de humanidad
que no ha podido defenderse y sangra
.
35
entrar en ella una vez más la última
traspasar sus murallas entrañables
beber el agua de la vida
y sentir que los pájaros acuden
a la escudilla de mis manos
disfrutar el rumor de la esperanza
y ser luz otra vez
núbil latido
abeja plena de una miel sonora
dinastía silvestre luna madre
pero acercarla una vez más la última
penetrar en su tierra prometida en su reino salvaje
y que aúlle la noche a mis espaldas