EPANADIPLOSIS

Libros – Notas – Comentarios

Ricardo Rubio – Honoris Causa en Kiev (Ucrania)

El 26 de diciembre de 2018 le fue otorgado el título honorífico de Doctor Honoris Causa a nuestro poeta Ricardo Rubio por la Higher Education Academy of Sciences of Ukraine HEASU, presidida por el Prof Dr. Stanislav I. Tabachnikov, y del Ukrainian Instituye of Scientific and Cultural History, Vice President of HEASU and President of UIHSC, Prof Dr. Iurii I. Mosenkis. El diploma fue entregado por el Prof Dr. Dmytro Tchystiak que propició un encuentro en la feria del libro del Cairo 2019.

Jeton Kelmend (Kosovo), Dmytro Tchystiak (Ucrania), Ricardo Rubio (Arg)

Prof Dr Jeton Kelmend (Kosovo), Prof Dr Dmytro Tchystiak (Ucrania), Dr HC Ricardo Rubio (Arg)

 

7 abril 2019 Posted by | DMYTRU TCHYSTIAK, JETON KELMENDI, RICARDO RUBIO | , , | 4 comentarios

RUBÉN SEBASTIÁN MELERO «CIUDAD INTERVENIDA»

RUBÉN SEBASTIÁN MELERO, de su libro de poemas «CIUDAD INTERVENIDA»

Rubén Sebastián Melero (Corrientes,1962) es médico psiquiatra recibido en la Universidad Nacional del Nordeste y ejerce su profesión en Mar del Plata. En su adolescencia participó activamente de la vida cultural en su ciudad natal, Goya, e integró el movimiento juvenil de la Sociedad Argentina de Escritores, filial local, participando con sus primeros poemas, a los 14 años, en la columna literaria del diario “Primera Hora”, a cargo entonces de la escritora Marta de París.
“Poemario adolescente” es su primer libro. Lo suceden “Sobre la piel del río”, “Pájaros verdes”, “La baba del caracol”, “El árbol de las palabras” y recientemente editado, “Ciudad intervenida”. Además, integra la “Primera antología de la poesía de Corrientes” y “Ayer y hoy de las letras goyanas”. Recibió premios a nivel provincial y nacional.

Dijo RAFAEL FELIPE OTERIÑO:

“(…) Poeta de dos ciudades, deja traslucir que su diálogo es con la ciudad de sus días y con la ciudad de sus sueños.
Valiéndose de imágenes de una y de otra, traza una épica de la temporalidad, recorrida por personas e historias, pero también por azares e instantes fugaces con los que construye una identidad participativa. Reunidos bajo el título Ciudad intervenida, los poemas de este libro destacan la mediación del sentir y del inteligir en el armado de la realidad.
Poesía de tal modo comprometida, solidaria, en ella la gracia de vivir se vuelca hacia los otros y a lo Otro nunca revelado del todo. Porque como lo testimonia en su verso: “el poema no es en quien lo escribe, es en el otro”.

Dijo CLAUDIO PORTIGLIA:

“Es un desafío importante el que asumiste, porque la imagen suele robarle protagonismo a la palabra. Sin embargo, cuando se leyeron los dos o tres primeros poemas el impulso que manda es el de leerlos todos. Cómo no hacerlo, por ejemplo, después de leer “fantasmas”. Me gusta la sobriedad de estilo y no encuentro mejor definición para tu libro que la que Oteriño desliza en la contratapa: “Poesía solidaria”. Poesía generosa, agregaría en todo caso. Con puntos de alta calidad: en “Ulises”, en “Ese niño”, en “2016”, en “El poema”.
En fin: un grato momento el de la lectura que mucho te agradezco”.

FANTASMAS

Un encargado de edificio lo encontró
al salir a barrer la vereda

ni una sola palabra en los medios
silencio de radio

la gente no lee las historias del frío
no cree en fantasmas
que mueren en la calle

PARA ALEJANDRA

Para Alejandra
no era suficiente
acariciar las teclas del piano
ella hundía sus dedos de muñeca
hasta encontrar la música
la música

para Alejandra
no era suficiente
un poema de pájaros y flores
fue así que atravesó la noche
hasta hallar el silencio
del silencio

ESE NIÑO

Ese niño en la calle
que se las sabe todas
en su carita tiene
dos estrellas oscuras

imagino al mirarlo
que se convierte en hombre
entre niños que saltan
juega el rol de ser padre

la vida le dibuja
una sonrisa apacible
y con los hijos juega
a inventar una infancia

 

25 marzo 2019 Posted by | CLAUDIO PORTIGLIA, RAFAEL FELIPE OTERIÑO, RUBEN SEBASTIAN MELERO | , , | 5 comentarios

PUNTO DE FUGA, micronovela de ALICIA DIGÓN

Punto de fuga

 “PUNTO DE FUGA” micronovela de ALICIA DIGÓN

Comentan: Ugo Adam y Amelia Beatriz Bartozzi

Dispositivos cuánticos

La noche que murió Mozart, estaba presente cerca de su lecho una niña aniñada que con una voz aguda y sin emoción repetía frases de este mismo cuento que escribió Alicia Digón en un estado atemporal de desconsolación o inconsolación. Mientras tanto un profesor universitario italiano le marcaba que cada tres o cuatro oraciones, pronunciara la  palabra TRAMPA, primero, LENGUAJE, la segunda vez, y ERROR, la tercera. Nunca se supo a ciencia cierta si  la palabra error, era diacrónica o sincrónica con lo que iba leyendo. Por eso al día siguiente de la muerte de Mozart llovió muchísimo. Tanto que los océanos subieron por lo menos dos o tres milímetros de nivel. Esa tremenda desolación dio al mundo la frase escrita por Alicia en esta Obra: “La Estrella está por amanecer única, solo habrá música” que con el tiempo fue cambiando a la vastísima (En realidad Bastísima) conjunción planetaria que significaba cambiar la coma por un punto. Eso era una trampa del lenguaje que solo una percepción de altísimo vuelo como la de Alicia, podía aceitar en esta Obra. Muchos se preguntarán porque cuando se escribe una fecha, la nieta del Archiduque vive en otra.

Alicia Digón

La verdad es que los dispositivos cuánticos del relato llevan solamente a la concreción artística que solo desde la visión creativa de alguien que muere se puede ver y es que el tiempo en realidad no existe como tal sino como daga de Ferrara. Nadie más que  el ser oceánico (El archiduque) se materializa en arena como grupo de partículas para ser siendo (devenir estilístico del participio del ser) cuando es referido ¡Esa es la trampa! ¡Mejor dicho solo una de las trampas! La Brasuca, si prestamos atención actuaba no solo en octubre, que era el mes de la magia sino durante el tiempo eónico de la lectura del libro. Como Maga Cortaziana en cruel estado de sembrar trampas.

Alicia Digón dispone un personaje que está en el mismo relato y a su vez en la realidad del lector mientras este lo lee o se lee a sí mismo. La muerte lo agrieta todo. Incluso agrieta la grieta. Incluso respira por esas grietas agrietadas de la enfermedad que ningún médico nombra. La muerte también es otra trampa, impuesta, antinatural y liberadora. El caballo con  la pata quebrada. Muerte deseada para su dueño, para su manada ¿Por qué los veterinarios sacrifican tantos animales en vez de curarlos? Otra trampa. A esta altura comenzamos a vislumbrar el sentido de las trampas y como el sentido, solo está en el lenguaje que conforma  el todo.  El oratorio de Honegger “Judith” siempre provoca excitación y no por la cabeza rodar sino por algo que jamás  antes de esta obra magistral de Alicia Digón, que había sido leída por el Rey Salomón en sus primeros esbozos, había sido revelado. Y era el empoderamiento de la mujer total. La esperanza revolucionaria de toda poética establecida. La mujer penetrando al hombre con su clítoris. También eso configuraba el extremo mecanismo de la intriga de la Trampa. Trampa que siempre exige una relectura minuciosa. Como la que se siente en los atardeceres de la amada Kerala. La muy amada Kerala tan orientalmente occidental. Tan Mar como gota de lluvia tan arte como ciencia. Todos los días a las catorce horas de Kerala salen a partir de este año (2019) aviones con destino a Bulgaria que antes hacen escala en Moscú. En esos vuelos esta obra se reparte a los pasajeros y cuando llegan al final de su viaje se los hacen devolver o comprar. Este  prodigio de la mercadotecnia que logró la autora por sus dotes de narradora. También fue una trampa. Pero  está silenciada como todas las que se pusieron en el relato. Y solo algún lector avezado en idiomas puede descubrir. Al llegar a Bulgaria. Luego de ingresar y pasar por migraciones. Se hace una cola y se espera unos 15 minutos a ver si puede comprar este relato. Y si descubren como se dice trampa en búlgaro recién ahí pueden obtenerlo. Me imagino que todos los que están leyendo este pensamiento acerca de “PUNTO DE FUGA” de Alicia Digón ya sabrán como se dice  trampa Búlgaro. Que es el lugar donde las trampas se diluyen y se multiplican. Así que para leer esta obra les revelo algo que no está escrito en ella. Y trampa en Búlgaro se dice GUKA.

Ugo Adam

Una micronovela inquietante

Una novela inquietante, mágica, misteriosa. Alicia Digón nos sumerge en un mundo de fantasías, de imágenes sensoriales, de olores, perfumes y sensaciones. Llena de sensualidad y de mística. Una novela que nos atrapa y nos lleva al mundo de los sueños, ¿o de la locura? De pronto nos encontramos viviendo en tiempos y lugares remotos y extraños, interactuando con personajes de la historia y la literatura. Una mujer a la que envían al “pueblo silencioso”, pueblo de leyendas, para buscar a “la mujer del agujero”, sobre quien debe escribir una nota para una revista. “La mujer del agujero”, alguien que no sabe, no comprende, no recuerda, busca respuestas. La Barala y la Brasuca, dos especie de brujas adivinas que curan todos los males, un Archiduque de mirada obscena, una niña boba que llora un llanto que nadie entiende. Historias que parecen sacadas de la ciencia ficción o la locura, historias de un pueblo que parece de otro mundo, un agujero que parece un ojo que lo observa todo.

“Todos los males que no se develan, persisten, vuelven con otro rostro”, asegura la Brasuca

“Por error se llega a destino”, dice la Brasuca ¿Será verdad?

Amelia Beatriz Bartozzi

 

26 febrero 2019 Posted by | ALICIA DIGÓN, AMELIA BEATRIZ BARTOZZI, UGO ADAM | , , , | Deja un comentario

HOMENAJE A HÉCTOR MIGUEL ÁNGELI por RUBÉN BALSEIRO

EN LA TIERRA DE NADIE
(Reflexiones sobre poesía, sociedad y comunicación)

Ensayo de RUBÉN BALSEIRO (fragmento):

 

LA TRANSVERSALIDAD GENERACIONAL _________________________________________________________

 “Homenaje a Héctor Miguel Ángeli”

Pensar la poesía argentina es un trabajo basto que implicaría un recorrido por tendencias, agrupaciones, estéticas y hasta posiciones políticas determinadas.

Si pudiéramos dividir la poesía argentina y hacer un corte aproximadamente a mediados del siglo XX, veríamos que el primer  período de dicho siglo se ha caracterizado por el surgimiento de agrupaciones; “modernistas” “ultraístas”, “surrealistas”, “invencionistas” o bien de grupos o generaciones poéticas que de algún modo definieron una determinada estética;   así nos referimos al  lirismo del grupo de Florida, al compromiso social del grupo de Boedo; al  tono elegíaco de la generación del 40 o a  una tendencia más social o politizada de algunos integrantes de la generación del 50 ó 60.

Muchas  de estas agrupaciones, no sólo se manifestaron originalmente como oposición a una corriente anterior sino que polemizaron entre sí sobre lo que cada una creía como realidad poética o artística. Algunas de ellas se nuclearon alrededor de una revista  (Proa, Prisma, Sur,  Poesía Buenos Aires) o conformaron grupos que postularon determinada visión del arte en general o de la poesía en particular, consolidando muchas  veces  sus  posturas a través de artículos, ensayos o manifiestos.

En cambio si hacemos un recorrido por el quehacer poético desde el último tercio del siglo XX hasta nuestros días,  veremos que reina la pluralidad, la no agrupación, cada autor busca su  camino,  y un recorrido por los cafés literarios nos permitirá escuchar  un sin fin de tonos posibles. Esta fragmentación,  enriquece sin duda la producción poética ya que pluraliza los registros poéticos, aunque por otra parte,  desvincula y dispersa a los poetas. No quiero decir con esto que hoy los poetas no adhieran a determinada tendencia estética, sino simplemente que ya no es  habitual que se agrupen y desarrollen una estética de grupo, inclusive un manifiesto (como en otros momentos) que establezca lo que definen como poesía.

Sin  embargo,  cuando recorremos  las páginas de los distintos autores, vemos que ellos mismos se han encargado de mostrarnos el dinamismo de la palabra poética y la continuidad de sus voces a lo largo del tiempo. Así podemos citar a poetas que si bien comenzaron su labor en lo que denominamos generación del 40 o generación del 50, siguen hoy día, vigentes con sus propuestas, demostrando acaso que la división generacional es sólo un medio  de análisis pero jamás una forma  para delimitar o encasillar la poesía.

Lo  que impera es una “Transversalidad generacional” que hace que las grandes voces sigan vigentes a través de los cambios que el correr del tiempo fue generando.

Varios son los nombres a incluir en esta lista, pero quiero particularmente rendir este breve homenaje a un poeta;  me refiero a Héctor Miguel Ángeli, quien sin duda honra las letras argentinas y ha alcanzado a través de su permanencia y su trabajo incansable un lugar de privilegio en las mismas.

Recorrer la obra poética de Ángeli es adentrarnos en uno de los panoramas más altos de la lírica de nuestro país, un poeta verdaderamente auténtico, con una claridad metafórica y conceptual única.

Su poesía, fina, delicada, es acaso el vehículo de una espiritualidad sensible…

 

No, no es la nostalgia.

Es el sordo rencor

de amar inútilmente la belleza…

 

Su palabra nunca está ajena de la reflexión y de lo existencial…

 

Los poemas son apenas resúmenes de una penitencia

que el buen gusto nos impide revelar.

¡Si sólo fuésemos el poema seríamos tan felices!…

 

Para decir más adelante:

 

Te escribo para acostumbrarme a la decepción…

 

La sensibilidad lírica se traduce a veces en versos duros:

 

Putas, vanamente putas

llamo

a las existencias

que se ríen del propio corazón

 

Pero el poeta está inmerso en un mundo,  en una sociedad de la que no es ajeno, que lo conmueve, que lo revela y le exige decir o acaso alertar:

 

Degustar no es igual de disgustar.

Según sea,

uno hincha el vientre del arzobispo

y el otro

asume la responsabilidad de la historia.

           

Y cuando se pregunta ¿Qué es el poeta? Concluye: De un poeta sólo sabemos / que muere si no arde

La Obra de Héctor Miguel Ángeli  “arde” desde 1948 en que publica su primer libro “Las voces del primer reloj”. En 1949 funda y dirige la revista “Existencia”.  Poco después  comienza a colaborar con los principales diarios y revistas literarias del país, entre ellos: “Sur” y “La nación”.

En 1959 aparece su segundo libro de poemas “Los techos”.  Luego publica: “Manchas” (1964), “Las burlas” (1966), “Nueve tangos” (1974), «La giba de plata” (1977) que recibe el Tercer Premio Municipal y Premio Bienal de la Fundación Argentina para la Poe-sía.

Su siguiente libro: “Para armar la mañana” (1988)    recibe  la  “Faja  de  Honor  de  la  Sociedad Argentina de Escritores”.

En

1991 aparece “Matar a un hombre” y en 1999 reúne su obra poética  bajo  el   titulo de “La gran divagación”. En 2004 publica la antología temática “Animales en verso”.  En  2005  recibe  el  premio “Esteban Echeverría”  que otorga Gente de Letras. En 2007 publica  “Frutas sobre la mesa”.

Algunos poemas

 

 

Con los pies nos vamos

 

No quiero que me levanten los pies para morirme.

Que me alcen las manos, eso sí,

hasta la desembocadura de los astros.

Pero no quiero que me levanten los pies para

        morirme.

Con las manos hacemos la ternura y la nostalgia.

Con los pies nos vamos.

Y cuando me vaya

quiero ser toda mi despedida.

Porque estoy traspasado de materia,

de materia inflamable y aleatoria

que no me deja en paz, que me persigue

y que no quiero olvidar cuando me vaya.

Las cosas están altas y en la altura me arrastran.

Todas las cosas son, se me parecen:

el sueño intestinal del ave,

la orquídea en el vientre de los muertos.

Debo irme con ellas,

transportado por esta permanencia.

Tan grande es el dolor de nuestra marcha,

tan grande y tan amigo,

que no quiero que me levanten los pies para morirme.

Quiero ser todo el que fui cuando me vaya.

 

 

Envío de una mariposa que viene de la infancia

 

Querido Miguel:

cariñosamente

encontré

una mariposa para vos

en el cuerpo de mi infancia.

Parpadeaban sus colores

en mi jardín de tierras ausentes

frente a una casa

poblada de padres.

Yo sé que es muy poco

lo que puede decirse

de una mariposa

pero resulta que a ésta

la maté yo

y muy alegremente

y muy alegremente también

la enjoyé con alfileres

y la puse a trabajar de recuerdo.

Eso ocurrió

un día

en que aquí y allá

asomaba el verano

su nariz de payaso.

Así ha coincidido

mi infancia

con tu edad desolada.

Esta mariposa es mi único crimen,

cometido

cuando el crimen podía sorprender.

Hoy matar a un hombre

es más común

que matar a una mariposa,

por lo tanto

necesito admitir

que todo es insignificante.

Me parece oportuno entonces

enviarte

esta frágil memoria de las flores.

Recibila

como un nada fantástico testimonio

de que algún día

puedo matarte

muy atentamente.

Firmado: Roberto

 

 

La giba de plata

 

Cuando me quedo solo

apago la luz

y con un espejo

empiezo a sacar resplandores

de mi giba.

He nacido tan monstruoso

como todas las cosas de la tierra.

Cualquier resplandor

puede ser un ángel,

el ángel que sin duda

destruirá el espejo.

           

 

De su último libro, “Frutas sobre la mesa”  que es sin duda el vivo ejemplo de la vigencia, de la vista y el oído atento a los que hacía referencia en párrafos anteriores, citaré:

 

 

Juicio Oral

 

Vamos a ver:

estás aquí, sentado en un café

y escuchas las hermosas palabras

que te dicta tu inseparable compañera,

esa Poesía que nunca sabes

si es una puta o una santa

aunque no importa mucho

porque siempre es una mujer de noble corazón.

Analicemos:

las hermosas palabras no pueden ser reemplazadas.

Eso implicaría  una infamia

cuando caen sobre las fotografías del mundo.

Por ejemplo:

la cabeza cortada de un adolescente

rodando en el asfalto.

Sin embargo esas palabras no sirven

para detener al esbirro

que mañana cortará otra cabeza.

Ahora bien:

la palabra es siempre una desesperada

en el crepúsculo del desierto.

Pese a sus fulgores,

no puede resolver sin la idílica sombra.

Una prueba:

Pobrecitos los poetas!

Quieren ser útiles, salvar las armas,

luchar por todos contra el muro del vacío,

pero la belleza siempre los traiciona.

Oh, sí, pobrecitos!

Última instancia:

la poesía renace en una guarida de alucinados.

Conclusión:

se te va la vida

en lo que no dices y en lo que no haces.

Te queda, muy pequeña, la muerte.

 

 

El pan y la madera

 

No pongas el mantel, niña.

Deja la mesa al desnudo.

Deja también el pan al desnudo.

Que se vean juntos

el pan y la madera.

El calor y la dicha

nacieron de esa cita.

Mi padre llevó las horas.

Mi madre llevó un cesto

trenzado con el cielo.

¡Cuántas veces el sol

entro con ellos!

No pongas el mantel, niña.

Ahora no, después sí,

cuando se duerma esta ráfaga

de retratos todavía dorados.

Mi padre se acercó al desvelo.

Mi madre se acercó a una fuente

con ángeles custodios.

Si hay fantasmas en las sillas

son espejos del silencio,

del silencio y nada más.

Pronto llegará el momento

de iluminar la comida.

No pongas el mantel.

Deja caer la ilusión

sobre el pan y la madera.

 

 

Una sombra ya pronto serás (Tango)

 

Amargado, vos, amargado…

sí, vos, que como Baldomero Fernández

soñaste alguna vez que tan sólo dos versos

podían salvarte de la muerte,

Vos, ahora, el que vive de su mitad,

no sabes escribir un verso

por lo menos cursi

para cubrir las apariencias,

ni tampoco un testimonio fiel

                        de tu ilusión gastada,

                        de tu tiempo perdido,

                        del horror de tu giba de plata.

Has quemado amores

en un único gran amor

que ni siquiera te recuerda

y ahora escribis estas líneas

que sabés no son poesía,

apenas son palabras corrompidas

en la difícil sucesión,

difícil y oscura como el mar flotante del desvelo.

Allí te encontrás, aunque sin reconocerte.

Es una foto mal sacada de la fiesta,

muy distinta pero igual

a la que sacó la sonámbula de las aguas grises

cuando vio el resplandor de tus ojos

y dijo:

“en el camino (en el caminito)

una sombra ya pronto serás”

 

No voy a agregar palabras, las palabras sobran, creo que la simple lectura de los textos citados es una muestra cabal de lo expuesto.

Rubén Balseiro

22 noviembre 2018 Posted by | HECTOR MIGUEL ANGELI, RUBEN BALSEIRO | , | 3 comentarios

ESE GRITO CALLADO DEL SILENCIO, poemario de María del Mar Estrella

María del Mar Estrella

María del Mar Estrella:
«ESE GRITO CALLADO DEL SILENCIO»

por Ricardo Rubio

 

Entre los resplandores del amplio espectro de la poesía argentina actual encontramos luminarias que forman parte del conjunto de artistas cuya forja constante y salud subjetiva proponen la vanguardia pragmática e ideológica del arte de la palabra.

En nuestro pequeño espacio compuesto de letras y cadencias, ritmo y figuras del lenguaje, los destaques no llegan al lector menos avisado, de hecho, ahora que los periódicos olvidaron la crítica literaria y aún más la poesía, pocos se atreverían a decir, con probada sapiencia y experiencia, qué es belleza y qué no lo es en el verso blanco de hoy.

Nuestro proceder preceptivo se ajusta a un protocolo alimentado por las academias a lo largo de la historia, en este caso, la historia literaria. Los pasos más frecuentados para establecer modelos y sentidos son el acceso al reconocimiento de tópicos marcados en cada autor por contexto histórico, social y cultural, cosa que no evita las zonas difusas por las que transitan los creadores de mérito que están siempre en tiempo presente, razón que nos impide ajustar a un molde una dimensión móvil e inesperada como lo es la creación poética de María del Mar Estrella.

Su vasta obra y su amor por la palabra nos ha conducido, a lo largo de más de cinco décadas, por terrenos filosóficos que develan profundidades poco sondeadas en nuestra poesía, también nos introdujo en urdimbres de inteligencia con las que ha creado, no pocas veces, nuevos sentidos, ofreciendo luces a los más rezagados; se ha manifestado libremente por las poco evitables circunstancias emocionales que sacuden el alma del poeta, y también lo hizo y lo hace al través de homenajes, panegíricos y recordatorios, laudables en esta época vertiginosa y olvidadiza; convengamos que en tierras más educadas, la poesía, en cuanto género, tiene otro púlpito, otro alcance, mayores posibilidades de brindar felicidad.

Ese grito callado del silencio – María del Mar Estrella

Puede decirse que nuestra poeta ha caminado entre muchas vertientes que desaguaron en derredor sin contaminarla con la narrativización ni con los excesos de síntesis, ni de las vulgaridades llegadas con la post modernidad. Tampoco contrajo la ficción, que es materia de la prosa creativa; el universo imaginario no es parte de la semántica en su poesía, el universo imaginario de María del Mar Estrella tiene relación con la estética, con el modo, con la permanente adaptación y cambio en la vanguardia, y la adaptación, según Selma Wassermann, es uno de los aspectos más destacados de la inteligencia.

Es así que su palabra siempre es real, su compromiso es la verdad subjetiva en tanto certeza del sujeto que analiza, un fragmento lúcido de la infinita verdad que nos une, y que la autora nos comparte al abrirnos una nueva hoja de su historia creativa. Al respecto dijo Schelling que belleza y verdad son, en sí, la misma cosa, pero María del Mar esgrime las herramientas capaces de abrazar la belleza y la verdad aun si fueran distintas.

Su poesía es un objeto emotivo que el intelecto disfruta, porque lo suyo no es solo palabra y sonoridad, no es solo ritmo y efectos verbales, es también el grueso de su mensaje, el carácter formativo que se desprende de cada uno de sus textos.

El poemario que nos reúne ahora, “Ese grito callado del silencio”, tiene dos momentos, y es dable decir que se trata de dos libros: “Ese grito callado del silencio”, el primero, un largo poema, temático, conceptual, dividido en opúsculos ordenados que pueden ser leídos independientemente; y el segundo, “Piedra del sueño”, percibido como la amenaza de Tanatos; dos obras abrazadas en un solo volumen.

Solo el título -un verso de otro gran poeta, Rubén Balseiro-, en relación con ambas partes, daría para un buen análisis heideggeriano; solo vale insistir en la hermandad poética que propone María del Mar Estrella, lejos del ego, aferrándose al nobis, al utilizar el verso de un común amigo para titular el libro.

En la primera parte, la pluma de la poeta manifiesta el resultado de sus reflexiones, ora filantrópicas ora antropológicas, observa y señala la realidad declarándose en la busca de lo justo y de lo bueno, si acaso existieran en nuestra sociedad maleada por las mareas de la ignominia. Expone un sentido gregario y de pertenencia que asume una posición ética frente al desmán, tal es así que expresa “que las historias se entrelazan para erigir un puente”, quedando develada su mirada comprometida con el hecho humano, porque para ella “la vida es una canción insobornable”. No solo lo sabe, también lo siente, por eso tiene, según dice: “todo el corazón a la intemperie”.

Una mirada social, suavizada por el personalísimo tropo que la caracteriza: metáfora, alusión e imagen unidas para conformar el expediente revelador de la idea, el orden de un pensamiento ligado con la realidad y con el “otro”. Si una característica destaca en este segmento del libro es sin duda el vigor, el mismo brío que ya notamos en otros de sus trabajos, vehemencia que encontramos en poetas como Alfonsina Storni o Alejandra Pizarnik, con versos como: “…llorar / con un rumor de piedras en la sangre”. Y también cavilaciones de tono clásico, como cuando dice: “…porque entre el vuelo y la caída / están quienes abordan / el / talismán primero / la conciencia”; o de tono intelectivo-sensorial, cuando indica: “…ser fieles a los sueños y a las voces”; o cuando recuerda el dolor, casi reproduciéndolo: “…por qué hueles a lágrima”.

A veces con un fluir vertiginoso cuya potencia enraíza en la imagen y en la metáfora, con las que modela estados de inquietud, sin herir, pero cavando hondo en el lector atento y sin dar posibilidad alguna de renunciar a la lectura.

La segunda parte del poemario, “Piedra del sueño”, título que confronta el universo material con el onírico, es, según versifica María del Mar: “…la estación donde la vida comienza a ser ocaso”, donde la dimensión del pasado supera la del futuro y en virtud de cual se recuerda mucho más y se espera mucho menos.

La nostalgia es en este caso inevitable, y así nos dice: “…aquellos pies aventureros ahora esclavizados en la conformidad, / la desmemoria, el pudor de lo incierto”.

El conocimiento de la única certeza que disponemos, la despedida, tal como manifestaran otros grandes poetas como Quevedo o Manrique, o aquellos poemas de Enrique Molina en “El adiós”, solo por citar algunos.

No quiso María del Mar que estos dos empeños tuvieran un curso independiente, tampoco lo necesitan, ya que también están bajo el abrazo semántico de “Ese grito callado del silencio”, alimentando su sentido.

Es innecesario decir que la acumulación de cierta cantidad de años proponga que nuestro mundo se contraiga; aunque los centros de interés permanezcan constantes, la compresión del futuro incierto esboza inquietud, señales grises, final de camino, como cuando expresa: “…símbolos / que buscan arrojarme al estertor de tu silencio / donde comienza la aterradora eternidad”. Interpela a la ruina cara a cara, la acusa con una bellísima línea: “…me has ido arrebatando lo que sembró el afecto…”

 

Luego razona, sonríe, y sigue adelante cuando dice:

 

“…uno deja colgada su vida en cualquier parte

hasta que viene otro y se la prueba. //

Al fin de cuentas no hacemos otra cosa

que pasarnos la luz de mano en mano”.

 

Recordemos unos versos de “El poblador”, su primer poemario de 1963, para que nos diga quién era y sigue siendo:

 

“Ni fuerte ni muy débil. Ni orgullosa ni humilde.

Esta mujer que a veces, como todas, tiene mucho de hembra,

pero que nombra un cielo también, como las otras”.

 

Su sinceridad nos mira a los ojos; el despojo de toda vanidad nos ilumina y el aliño de sus versos, ya carnales, ya espirituales, alienta a quienes seguimos sus pasos, en esta carrera que no es carrera sino la sana intención de unirnos por la palabra.

Solo me resta decir: Gracias, María del Mar.

.

ALGUNOS POEMAS:

.

1

habrá un amanecer y ningún velo
postergará la lúcida mirada de la revelación
nadie irá solo
los vencidos los locos los indefensos inocentes
los alfareros del dolor y los orfebres de justicia
los reos de nobleza comprobada los marginados de la dicha

se salvarán

tendrán su sitio frente a los depredadores ancestrales
los vándalos del hambre
los rapaces violadores del alma

los hipócritas hermafroditas de la guerra

porque vendrá el amanecer y un día
entraremos en las espléndidas ciudades del corazón
para asumir el reino de lo humano

el jardín de las lágrimas

.

2

una sola puede cambiar el mundo
derribar tiranías
imposturas
decapitar fantasmas o compartir raciones de absoluto
con cada comensal de la miseria

una palabra
sola
que se atreva

a ser reino de hombres y de hambres

.

3

dictador por la fuerza o por el miedo
sin embargo
no has podido con ellos

destierro cal mordazas

de una herida mil pájaros
de un pájaro mil vuelos

dictador de la sombra
mas no de ellos
nunca

 

.

34

preguntarán por qué murmuras
con la boca sombría de naufragio
por qué hueles a lágrima
por qué ya no te vistes de amazona
ni adoctrinas banderas
ni te exhibes con el ardor de los amantes

vida
el tiempo te ha violado
la reiterada muerte
la humillación del doloroso olvido

sucia de humanidad
que no ha podido defenderse y sangra

.

35

entrar en ella una vez más la última
traspasar sus murallas entrañables
beber el agua de la vida
y sentir que los pájaros acuden
a la escudilla de mis manos
disfrutar el rumor de la esperanza

y ser luz otra vez
núbil latido
abeja plena de una miel sonora
dinastía silvestre luna madre

pero acercarla una vez más la última
penetrar en su tierra prometida en su reino salvaje

y que aúlle la noche a mis espaldas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

13 noviembre 2018 Posted by | MARÍA DEL MAR ESTRELLA, POÉTICA, POEMARIOS, poesia, RICARDO RUBIO | , , | Deja un comentario

ORILLAS PERDIDAS, poemario de Norberto Barleand

ORILLAS PERDIDAS, poemario de Norberto Barleand (2018)

Prefacios de Rubén Balseiro y Osvaldo Rossi

Orillas Perdidas de Norberto Barleand

Norberto Barleand

Prólogo de Rubén Balseiro

Desde su título, el nuevo poemario de Norberto Barleand, nos hace pensar en la nostalgia, en eso que nos duele por ya no estar, sin embargo, paradójicamente, este no estar es un estar en el recuerdo del poeta, donde todo se reflota, se retoma, se reconstruye, con una nueva singularidad.
Hay un ir y venir entre el pasado y el presente o para ser más preciso un hurgar el pasado en el hoy, porque es el hoy del poeta el que vuelve a dibujar su pasado, su barrio sus calles, su madre. Es el hoy del poeta el que permite repensar ese pasado y recorrerlo, como quien ve un film en el cual se van dibujando cada una de las escenas vividas, y acaso en uno de los poemas a mi juicio más logrados, “La radio en Blanco y Negro” es donde este recorrido está más presente, con mayor nitidez y nos muestra desde la vieja casa de la infancia donde la radio era parte de un todo familiar, hasta el nacimiento del Rock, el Club del Clan o las tristemente célebres Malvinas, y el poema termina con una decir flotante, con una incógnita; “Estoy aquí, soy el que fui/ tal vez/ sin darme cuenta”. Porque vivimos sin analizar puntualmente que vivimos, sin darnos cuenta… simplemente vivimos y eso es lo maravilloso de la aventura de la vida.
El poeta ha vivido y ya en la madurez de su decir poético puede expresarlo con claridad:
“Me iré con campanas/ de cuchillos y arena/ de frontera y heridas/ en las calles de piedra/ donde habita la casa/ que abandoné una tarde/ hace muchos aromas/ hace tantos olvidos/ hace hoy un recuerdo”.
Acaso de olvidos y recuerdos se teje y entreteje la vida del hombre, y este hombre, este poeta que hoy nos entrega su palabra, ha tejido sus años en poemas, poemas que nos pintan su vida desde una sensibilidad intimista pero que se universaliza, desde un yo que se pluraliza en cada lector y permitirá a cada uno de ellos reconstruir el poema.
Nos trae el barrio, las calles, la madre, la casa de la infancia, los amigos, las pérdidas, la historia, el dolor y cada uno encontrará en estos poemas su propio poema.
Sin embargo, no es solo el recuerdo o la nostalgia lo que pintan estos textos, está el hoy, la crítica a una sociedad que abandonó a su prójimo, a un mundo que ha dado la espalda al hombre mismo y nos dice el poeta:
“No habrá cobijo para el niño/ a quien le fugaron su caricia/ No habrá luto para el horror a tanta muerte/ No habrá perdón para el traidor/ El tiempo arroja las vendas al olvido./ Despeja la ceguera de los hombres.”
Porque el poeta es consciente de que solo el tiempo será el gran juez que en algún momento juzgue el caótico mundo que ha construido el hombre y acaso el memorable poema que cierra el libro encierre todo este dolor, hablo de “Un niño se ahoga en una foto”, recordándonos esa triste imagen que recorrió el mundo de Alan Kurdi, un niño de 3 años que huyendo de Siria murió ahogado en las payas de Turquía en 2015.

Rubén Balseiro

Como dije un nuevo poemario de Norberto Barleand que ya desde su título nos lleva a la nostalgia, que desde su “yo” me hizo recorrer las calles de mi barrio, que era otro, recordar a mi madre, mi niñez, a los amigos mutuos que ya no están y que el poeta homenajea en varios poemas y finalmente me enfrentó al descarnado mundo en el vivimos, en el que navegamos como Odiseo en busca de esa isla, Ítaca (acaso la poesía), sin apurarnos, tratando de aprender del viaje mismo.
                                                                                                        

 

Prólogo de Osvaldo Rossi

Orillas perdidas es el más reciente poemario de Norberto Barleand. La lectura de estas páginas puede ser abordada como una travesía temporal, pero aquí la figura del tiempo no es rectilínea sino circular.
El libro está dividido en cuatro secciones; la primera de ellas se titula Verdor del tiempo. Es muy apropiado el título de esta sección porque aquí los años reverdecen en la memoria, y es la nostalgia la que da nueva vida al tiempo pasado. La casa de la niñez, la esquina, la ciudad, la madre, la música que sonaba en la juventud, se dan cita en estas páginas y son testimonios de la renovación que el poeta les otorga cuando su recuerdo las convoca.
La segunda de las secciones se titula Homenaje. Encontramos páginas dedicadas a poetas que lo precedieron en el camino, pero que por afecto y cercanía estética dejaron su impronta en el autor (“amigos del poema y de la vida” dice Barleand en una de las dedicatorias).
“Los nombro sin nombrarlos/ con el luto del dolor/ el llanto oprimido/ la caricia.”
Y más adelante:
“Con los días y los años transcurridos/ que me acompañan/ en el ritual/ de la memoria y los recuerdos.”
Canto a media voz se titula la tercera sección. Y esa voz sin estridencias denuncia injusticias, da cuenta del paso del tiempo, recupera una vez más la nostalgia y registra en estas páginas conmovedoras los acontecimientos de una vida.
La última de las secciones se titula Vientos de la memoria. La memoria es frágil, el viento se lleva lo que amamos y reconfigura los recuerdos. Olvido y evocación son las claves de esta parte, y también de todo el libro.

Osvaldo Rossi

Así volvemos al principio, cerrando el círculo con estos cuatro cuadrantes. Desde la fuerza de la memoria de Verdor del tiempo a su fragilidad en Vientos de la memoria. Bastará con releer el poemario para a la vez cerrar y dar inicio a una nueva travesía circular.
Orillas perdidas puede también leerse como la bitácora de un navegante. Desde su perspectiva, solo pierde orillas quien navega. De eso tratan estos poemas: de navegar por el río de la vida, de registrar la experiencia.
No es poco.

 

 

Algunos poemas del libro:

 

Orillas perdidas

Llegas junto al paisaje
con el verde de las flores cuando crecen,
a jugar con las águilas y el viento,
a volar con la luna en la mejilla.

Con alas de tumulto
cobijé las cicatrices del aire,
el retorno en el encaje de la noche.

Bebí la ausencia en cada encuentro.

¡Cómo duele la luz en esta alcoba!

y las arrugas del cuerpo cuando cantan.

 

 

Esquina

Me alejé del barrio
con una fábula de imágenes
hacia los umbrales del futuro.

Rebeldías inciertas,
multitud de ágoras perdidas,
jornadas, laberintos.
Parodias de cotidianas espesuras,
tembladeral de pasiones y diluvios.

Las ausencias sucedieron en mi mente
olor a recuerdo,
casi olvido.

Transcurrieron
años,
congojas,
sonrisas.

Cuando volví a la esquina
encontré al flaco Trejo
en el mismo lugar
debajo del farol,
ajado de tiempo
y telaraña de noches sin retorno.

Las perlas negras del llanto

No importa si esta noche
me envuelve toda de llanto,
de negro vino a buscarte
las perlas negras del manto

de negras rosas que fugan
con el dolor de este canto
sin pronunciar un adiós
sea el gemido o el llanto.

Partiste con las guirnaldas
sin dejar rastro
con la fatiga del tiempo
donde caminan los astros.

No importa si esta noche
todo el dolor amanece,
con perlas negras de llanto
y recuerdos que estremecen.

La soledad de mis manos
que loca tristeza expanden
al grito de voces negras
de llagas negras que arden.

No importa la noche
ni la tertulia, ni el cuento
ni las caricias perdidas
en la bruma del silencio.

Fugaste sin un preludio
con la luz de esta penumbra
negra como la sombra
que de puro dolor alumbra.

El latido de la ternura
entre amores y olvidos
cuando transita las noches
de antiguos besos perdidos.

Qué importa si esta noche
me envuelve toda de llanto
de tanta vida y amarte.

La muerte como una estrella
de negro
vino a buscarte.

12 noviembre 2018 Posted by | NORBERTO BARLEAND, OSVALDO ROSSI, POÉTICA, POEMARIOS, RUBEN BALSEIRO | , , | Deja un comentario

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